jueves, 13 de octubre de 2022

Tristeza peculiar


Me da mucho miedo la tristeza que no logro desmenuzar en más palabras; por dos razones principalmente, una, porque es una peligrosa manera de acabar ahogándote en ti misma por no saber encontrar las formas de liberar esa emoción, y otra porque si no lo escribo hace que no pueda ser totalmente consciente de lo que siento y, por tanto, me imposibilita el ser capaz de frenar, cuidar y limpiar las habitaciones de aquí dentro que necesiten atención, mimos, cuidados y, en definitiva, amor. 
Necesito escribirlo, escribir mucho y durante horas, aunque en ocasiones no tenga ni demasiado lógica lo escrito, yo escribo de mí para mí, a veces desde la Laura externa a la Laura más interna y otras al contrario, pero siempre es la escritura la mejor vía de comunicación conmigo misma. 
Intento hacer partícipe de este mundo interno, que últimamente siento algo lejano, a personas de mi alrededor, pero el miedo en demasiadas ocasiones me sigue limitando en exceso, aún así sigo permitiéndome el sentir todas las emociones, el aceptarlas, y que si ahora es la tristeza la que ha decidido habitar una de mis habitaciones será porque trae consigo valiosos aprendizajes y revelaciones que desconocía. 
Me ha pedido en varias ocasiones sentarnos en los sillones del salón principal y conocernos más, darnos una oportunidad, en alguna ocasión lo intenté, pero siempre me hace llorar demasiado dificultando la comunicación entre ambas, por lo que últimamente lleno de ruido innecesario y algo molesto mi alrededor, para intentar que no me vea, que no me siga llamando, pero nada de esto sirve, ese puñado de tristeza mordisquea mi tripa, se cuelga de mis cuerdas vocales, me golpea mi mirada cansada y me vuelve a pedir una cita. 
Si os soy sincera no sé exactamente qué día llegó, no estaba en casa cuando apareció y cuando volví ya le vi acomodada y no pude obligarle a irse de nuevo. 
Me paso los días con asuntos demasiado realistas y terrenales para mi gusto y sigo descuidando a mi ingrata invitada más de lo debido, sé que se siente algo ofendida, así me lo demuestra de formas sutiles, ojalá pronto pueda concederle esa cita que tanto me ha solicitado, hablar con ella, aceptar su inevitable existencia y compañía y dejar así de creer que no está ahí; quien sabe, tal vez si hago esto, si acepto que seguirá conmigo aún bastante tiempo y aprendo a convivir con ella puede que llegue algún día que ya no esté conmigo y que consiga descubrir entonces esos valiosos aprendizajes que traía consigo desde el primer día y que a mí costaba tanto visualizar por la intensidad y las constantes llamadas de atención de la emoción que los traía. 
Querida tristeza; lo has conseguido, lo he conseguido, ¿cuándo quieres que nos veamos?.




No hay comentarios:

Publicar un comentario