domingo, 19 de junio de 2022

Exilio


Hay ocasiones en las que debes abrirte el pecho de par en par y sentirlo todo tanto como puedas, aunque en verdad no sé si debes o es que no tienes opción de elegir al ser las emociones tan intensas que explotan todas a la vez convirtiéndote en su marioneta a través de la cual mostrarse al exterior, pese a tus intentos de esconderlas bajo una sonrisa algo forzada y un nudo en la garganta que empieza a provocar que se humedezcan esos ojos grandes y preciosos como estrellas. 
A veces, cuando todo está en silencio, puedes escuchar dentro de ti esa explosión y sentirlo, sentir como te tiemblan las piernas y el corazón, la gota de sudor deslizándose por tu espalda, el nudo en la garganta que contiene cierta tristeza apretando y dificultandote, como de costumbre, decir más de dos o tres palabras con sentido, la nostalgia asomándose a través de tu mirada y un puñado de mariposas abrazándose en el interior de tu pecho como si estuvieran viendo una película que ya han visto antes y de la que no les gustó el final. 
Y ocurre que ese instante en el que creías que te ibas a morir llega y no te mueres, pese a todo lo que haya que limpiar y ordenar de nuevo el Domingo, ocurre que todo ha cambiado tanto que hasta ya no recuerdas exactamente cómo eran las cosas antes, pero descubres feliz que lo vivido ya lo tienes para siempre, que en el fondo perder no era tan horrible como nos lo habían mostrado, y que ahora eres algo más feliz, aunque no haya sido fácil el camino hasta aquí. 
A veces fantaseo con que nada cambió aún sabiendo que es una sutil y agresiva forma de hacerme daño a mí misma, luego vuelvo al presente y descubro unas voces nuevas que me acunan con cariño, unas miradas nuevas que intentan acercarse un poco más a mí con cuidado y unos brazos nuevos en los que sentirse hogar, y me quedo ahí, en ese abrazo salvavidas que necesitaba, y tomo aire varias veces intentando que las olas del fondo de mis pupilas no rompan brutalmente contra el presente.
Termina la obra y empiezan los aplausos, entre ellos están los de muchas personas que nos quieren y que quieren vernos felices, están ahí, han venido, nos sonríen como si nada hubiera pasado desde el último ensayo del que formaron parte y nos felicitan felices por la obra; me había imaginado una infinidad de veces como sería ese momento, tenía tanto miedo como ganas de vivirlo, y aunque la nostalgia no me ha soltado de la mano todavía, aunque todavía siga con la mirada algo risueña y a la vez algo triste, me quedaría en ese instante cinco minutos más antes de volver a la realidad de nuevo. 
Disfruto y siento intensamente aquí dentro el tornado de emociones del que ya he perdido el control hace rato, observo a todas las personas que forman la escena, ojalá decirles que les quiero, ojalá abrazarles bien y fuerte, ojalá quedarme cinco minutos más aún sabiendo el daño que me hará después, pero me voy porque tengo que volver a mi vida y al presente, dejar de abrazar ese cactus por muy bonitas que sean sus flores y soplarme después los rasguños para que no se me infecten.

Unos brazos nuevos me rodean y me miman con cariño, no digo nada porque las miradas ya lo dicen todo, me siento querida y me siento algo liberada, al final a veces hay instantes en los que la tristeza y la felicidad dejan de competir por ver quien sobrevive y empiezan a bailar juntas, este es uno de esos instantes y quiero sentirlo bien, aunque el Domingo me toque ordenar todo este caos. 


viernes, 10 de junio de 2022

Miedo

Estoy muerta de miedo, intento coger aire pero las lágrimas vuelven a amontonarse de nuevo en el borde de mis ojos y corro al baño para que nadie me vea llorar, abrazo a mi madre y tiembla de miedo entre mis brazos mientras llora, su voz se quiebra cuando habla con mi tío por teléfono y el silencio se siente como alfileres que van apretando cada segundo un poco más.


Abuela no estoy preparada para esto así que más vale que abras los ojos, no estoy preparada ni yo ni nadie de la familia, familia... eres quien da valor y significado a esa palabra y lo sabes, abre los ojos abuela por favor.

Joder tío, esto no, ahora no, quiero un poquito más de tiempo aunque ninguna de las dos nos atrevamos a mostrarnos demasiadas muestras de afecto, quiero sentarme en el sofá que hay a la derecha de tu sillón y escuchar tu respiración y los comentarios tan tuyos que haces de cada programa de televisión, con eso es suficiente, con eso basta... dios, me imagino ese instante ahora y lo visualizo como el plan más increíble de todos.
Hoy por la tarde has acompañado a Leonor, una de mis primas pequeñas, a recoger su título de bachillerato en su graduación, seguro que estabais ambas brillantes.
Dios abuela, no te vayas todavía, por favor, te necesitamos, te juro que te necesitamos, necesitamos que estés ahí porque necesitamos una casa a la que volver cuando todo agobie o se ponga feo, y tú eres esa casa, esos brazos gorditos que te achuchan, y ese olor a empanada gallega recién hecha.
Intento coger aire y no me sale, según van pasando los minutos y las horas se acentúa el dolor y el miedo, es como una soga que aprieta cada vez más fuerte.
Abuela quiero que te quedes, conmigo, con nosotros, pero por encima de eso quiero que estés bien y que no sientas ni una pizca de dolor, te mereces todo lo bueno de este mundo y de los siguientes.
No sé qué pasará de aquí a unas horas, días o semanas, pero pase lo que pase me gustaría decirte que eres una abuela ejemplar.
Te quiero muchísimo, sé que apenas nos lo hemos dicho entre nosotras, pero sé que ambas lo sabemos de sobra.

Abuela, no sé qué va a pasar, no sé si sigues aquí o no, pero pase lo que pase:
Gracias por todo.

Te quiero mucho, de verdad.








lunes, 6 de junio de 2022

Descubriéndo(me)


Y ahora descubro que los mejores instantes que vivimos son los que no tienen fotografía porque no hace falta para recordarlos, basta con cerrar los ojos y ahí lo tienes.
La torpeza para empezar a hablar de lo que sea, pero las ganas de no despedirnos todavía, el sonido de tu voz temblorosa diciéndome que me quieres más de lo que te imaginabas que eras capaz de hacer, mi mirada ilusionada dejándome llevar después de todo este tiempo de miedos e incertidumbre, tu sonrisa preciosa y tu manera de morderte el labio inferior cada vez que me quieres besar, el movimiento rápido de mis manos mientras hablo sin para para intentar ser algo más sociable de lo poco que suelo ser, tu manera de juguetear con mis marquitas y lunares como si intentaras descifrar un mensaje secreto, mi manera de intentar acercarme y quedarme descansado en tu cuello mientras me río nerviosa por lo mal que se me dan estas cosas, tus ojitos humedeciéndose cuando te sonrío y que me llames preciosa mientras a mí ya me empiezan a arder las mejillas. 
Que te descubra agarrada de mi mano ilusionada y descubrirme a mí misma sin querer soltarme nunca de ti, conocer tus miedos y descubrir que son más parecidos a los míos de lo que creía. 
Atrevernos a abrirnos el pecho y quedarnos un ratito ahí tumbadas y abrazadas, cuidarnos y querernos y contar los segundos que quedan para que me vuelvas a dar un beso de esquimal, y no sé como pero tengo más ganas de eso que de cualquier otra cosa.
Y entonces me descubro enamorándome de nuevo, ilusionandome de nuevo, bailando de nuevo delante del espejo y sonriendo sin una razón concreta o que pueda identificar claramente.

Me descubro siendo feliz, me descubro siéndolo a tu lado, y descubro entonces las razones por las que no hace falta captar estos instantes en fotografías, no hace falta, ya me encargo yo de guardarlo todo aquí dentro. 

Te quiero ♡