lunes, 27 de septiembre de 2021

Los segundos anteriores a un beso


A veces me mira de la misma forma en que mirábamos los fuegos artificiales por primera vez, con asombro y maravillados ante el espectáculo de luces y colores que estaba sucediendo ante nuestros ojos en ese mismo instante; me doy la vuelta o miro a mi alrededor buscando a la persona que provoca en ella esa forma de mirar tan suya, pero no encuentro a nadie, delante de ella sólo estoy yo, y aunque todavía me resulte complicado creerme del todo que sea a mí a quien está observando con tanto amor me resulta imposible no sonreír mientras intento evitar que mis mejillas empiecen a arder ante la torpeza de no saber qué decir o qué hacer ahora. Ella echa a reír y sonríe, es una sonrisa pequeñita, pero es un lugar idóneo para quedarse a dormir y a vivir si así me dejara. Empiezo a notar como mis mejillas se queman sin necesidad de que el sol las acaricie, unas avispas asesinas me pellizcan a la altura del cuello dificultándome la tarea de decir algo lógico o simplemente algo, en mi estómago una niña pequeña dibuja corazones por las paredes y me dice que no tenga miedo, ¿no debería ser yo quien le dijera eso?, familias enteras de luciérnagas se acomodan en el fondo de mis ojos como si esto fuera un cine o algo parecido, pero esta vez mis pupilas no se esfuerzan por buscar un escondite en el que refugiarse al ser conscientes de que están brillando demasiado, esta vez permanecen enganchadas a unos ojos en los que aparece el reflejo de una chica preciosa, te miro con asombro y con cierta incredulidad de la cual todavía no he logrado deshacerme, te miro la boca, llevo horas queriendo besarla pero no se me dan bien estas cosas y no quiero asustarte ni asustarme.
Beso cada centímetro al descubierto de un rostro algo asutado y feliz a la vez manteniendo siempre la distancia de seguridad con esa curva tan bonita que no deja de aumentar sus kilómetros tentándome a que sea algo más valiente de lo normal, me acerco torpemente y me empiezo a arrepentir por lo mal que se me dan estas cosas, observo con curiosidad tus ojos y veo que me sigues observando como observábamos de pequeños los fuegos artificiales. 
Respiro, despacio, no vayas a ser consciente de la pedazo montaña rusa que llevo aquí dentro,  entonces sonrío y me deslizo tímidamente por la curva de tu nariz mientras la tuya me llena de besos de esquimal de manera torpe por los excesos de amor o felicidad. 
Termino en tu boca, terminas en mi boca y cierro los ojos, es entonces cuando escucho un montón de fuegos artificiales jugando a cazar estrellas y a besarlas a la vez, mientras disfruto aquí abajo como cuando éramos pequeños y no existiera miedo que nos pudiera frenar, durante unos minutos ha sido alucinante sentir que podíamos tocar las estrellas con nuestras manos.

martes, 14 de septiembre de 2021

Para cuando no puedas dormir:

He dejado de contar estrellas y he empezado a contar los lunares de una espalda algo asustada en cuanto fue consciente de que estaba siendo acariciada y no arañada con violencia como veces atrás; he recorrido con mis dedos rutas ocultas de un cuerpo tembloroso y he contemplado que no todas las heridas tienen cicatriz, en ellas habitaron hace tiempo las ganas de averiguar rápido y mal qué es eso del amor y ahora sólo quedan los resquicios de un cariño barato y mis ganas de demostrarle que no quiero nada más que besarla despacio, acostarme en la curvatura de la lesión y hablarle de que yo tampoco sé exactamente cómo va eso del amor, pero nada tiene que ver con batallas o daños profundos y generadores de miedo a volver a las andadas.
Fue entonces cuando me perdí en unos ojos preciosos que me miraban como mirábamos de pequeños los fuegos artificiales, no pude hacer otra cosa que sonreír como una idiota sin creerme del todo que me estuvieran mirando a mí, me retorcía nerviosa suplicando a los miedos cinco minutos más de libertad y con mi mano protegía la caja torácica del lado izquierdo de mi pecho, te acercaste con cuidado de no asustarme y contemplaste a todos esos miedos desconcertados al no ser alimentados de nuevo, soplaste fuerte como si de un campo de flores se tratase mientras yo en tus ojos descubría que conocías a esos miedos, con tus manos resguardaste al corazón de posibles invasiones por parte de estos y asombrada te observaba decicida a quedarte aquí cerca, a mí lado.
Pasados unos minutos encontré en mi pecho el rostro de alguien durmiendo plácidamente mientras todos esos miedos feroces de hace un tiempo se escondían bajo la cama, perdí la cuenta de los lunares que llevaba contados sobre ese campo de batalla que fue ayer y el precioso campo de flores que era hoy y observé como una estrella fugaz desde arriba se emocionaba al ver como nos mirábamos entre nosotras siendo felices.
Coloqué mis manos en tu espalda y sentí con mis dedos las marcas de arañazos y heridas, cerraste los ojos como cuando de pequeños teníamos mucho miedo, abracé con fuerza tu cuerpo y tú acariciaste con tu nariz el lado izquierdo de mi pecho haciendo que ahí dentro una niña durante unos minutos se sintiera invencible sin espada ni armadura, seguro que el amor tiene mucho que ver con esto, tal vez por eso fue tan fácil sentirlo mientras nos mirábamos como si acabáramos de ganar un pulso a los miedos sin soltarse de la mano.
Es tarde, duérmete, yo vigilo para que los miedos se queden bajo la cama, tú sólo piensa en cosas bonitas que así es más fácil quedarse dormida.

Buenas noches ⭐