martes, 14 de septiembre de 2021

Para cuando no puedas dormir:

He dejado de contar estrellas y he empezado a contar los lunares de una espalda algo asustada en cuanto fue consciente de que estaba siendo acariciada y no arañada con violencia como veces atrás; he recorrido con mis dedos rutas ocultas de un cuerpo tembloroso y he contemplado que no todas las heridas tienen cicatriz, en ellas habitaron hace tiempo las ganas de averiguar rápido y mal qué es eso del amor y ahora sólo quedan los resquicios de un cariño barato y mis ganas de demostrarle que no quiero nada más que besarla despacio, acostarme en la curvatura de la lesión y hablarle de que yo tampoco sé exactamente cómo va eso del amor, pero nada tiene que ver con batallas o daños profundos y generadores de miedo a volver a las andadas.
Fue entonces cuando me perdí en unos ojos preciosos que me miraban como mirábamos de pequeños los fuegos artificiales, no pude hacer otra cosa que sonreír como una idiota sin creerme del todo que me estuvieran mirando a mí, me retorcía nerviosa suplicando a los miedos cinco minutos más de libertad y con mi mano protegía la caja torácica del lado izquierdo de mi pecho, te acercaste con cuidado de no asustarme y contemplaste a todos esos miedos desconcertados al no ser alimentados de nuevo, soplaste fuerte como si de un campo de flores se tratase mientras yo en tus ojos descubría que conocías a esos miedos, con tus manos resguardaste al corazón de posibles invasiones por parte de estos y asombrada te observaba decicida a quedarte aquí cerca, a mí lado.
Pasados unos minutos encontré en mi pecho el rostro de alguien durmiendo plácidamente mientras todos esos miedos feroces de hace un tiempo se escondían bajo la cama, perdí la cuenta de los lunares que llevaba contados sobre ese campo de batalla que fue ayer y el precioso campo de flores que era hoy y observé como una estrella fugaz desde arriba se emocionaba al ver como nos mirábamos entre nosotras siendo felices.
Coloqué mis manos en tu espalda y sentí con mis dedos las marcas de arañazos y heridas, cerraste los ojos como cuando de pequeños teníamos mucho miedo, abracé con fuerza tu cuerpo y tú acariciaste con tu nariz el lado izquierdo de mi pecho haciendo que ahí dentro una niña durante unos minutos se sintiera invencible sin espada ni armadura, seguro que el amor tiene mucho que ver con esto, tal vez por eso fue tan fácil sentirlo mientras nos mirábamos como si acabáramos de ganar un pulso a los miedos sin soltarse de la mano.
Es tarde, duérmete, yo vigilo para que los miedos se queden bajo la cama, tú sólo piensa en cosas bonitas que así es más fácil quedarse dormida.

Buenas noches ⭐


No hay comentarios:

Publicar un comentario