jueves, 18 de julio de 2024

Una cita salvaje


Quiero una cita contigo en la que perder antes los miedos que las bragas, quiero una caricia que me ponga la piel de gallina, un beso en la frente, risas tuyas y mías que nos hagan recordar lo que nos queremos, quiero un beso apasionado mezclado con unos gramos de "esto no cambiará nada" de lo realmente importante, quiero sentirme deseada en brazos de personas que sean las mejores cuidando y queriendo, me la suda como follen. Quiero bailar al ritmo de una respiración agitada y sentir unas manos haciéndome cosquillas en las mismas zonas que tenía escondidas bajo la etiqueta de "feas", quiero empezar comprometiéndonos a un café rápido y terminar a las tantas perdiendo la cuenta de las cervezas que llevamos, quiero dejarme querer y querer tanto como pueda, quiero que los miedos no tengan espacio aquí y que la comunicación y la ternura sean nuestras vías para cuidar lo que ya tenemos. 
Que esto no es más que otro lenguaje del amor, y que si te robo un beso pues será solo eso, un beso, pero en esta historia lo realmente importante no tiene que ver ni con besos ni con polvos salvajes, pero no por ello te lo negaría.
Quiero una cita, no, quiero muchas citas preciosas con personas que lo sean aún más, pero mi criterio respecto a qué tipo de citas quiero y con qué personas ha cambiado bastante; solía quererlas, y en ocasiones tenerlas, con personas capaces de devorarte sin parar que lograban con sus manos tocarte como un pianista profesional, el fallo venía con lo que venía después, o mejor dicho, con lo que no venía; un beso rápido y vacío, silencio ruidoso y un "en 5 minutos tendríamos que irnos de aquí".
Pasó el tiempo y ahora solo quiero esas citas con quien sepa hacerme sentir de todo sin ponerme un dedo encima y con quien pueda reírme en mitad del polvo, creo que no hay señal más fiable de que ha sido un polvazo que esa; quiero jugar contigo, perder bragas y vergüenza, contemplarnos desnudas y reconquistar nuestros cuerpos y nuestro propio deseo, devorarnos con ganas y que nuestros gemidos sean esa muestra de libertad y confianza con la que poder abandonar el control y los miedos durante un rato. 
Quiero una cita tan preciosa y tan llena de vida y ternura que no nos importe perder ese último metro si es por despedirnos bien de verdad. 

miércoles, 17 de julio de 2024

Última vuelta


Me abrazan tan fuerte que me derriten la aparente coraza, que distancia más de lo que protege, y me generan un terremoto aquí dentro de emociones preciosas, tanto como lo son ellas. 
Noto ya la presión de la cuenta atrás, el miedo a la despedida inevitable y me escondo en un baúl lleno de recuerdos con los que me acuesto cada noche; me intento dejar querer y cuidar, sigo sin ponerlo fácil, pero ellas lo hacen con tanto amor y ganas que lo consiguen siempre.  
La niña de aquí dentro siente algo de miedo a que todo haya sido un sueño o a que todo vuelva a desvanecerse, se queda un rato más asomada a esa ventana viendo como le abrazan, le besan, le miman y le quieren y se emociona varias veces al día al sentirse tan feliz, a veces le sigue costando creer que la persona tan preciosa de estas última semanas sea ella, pero lo es, sí lo es, ellas tienen ese superpoder de acercarla a ser la mejor versión de sí misma.
Juntas nos agarramos de la mano, cerramos los ojos, respiramos hondo como cada vez que estamos a punto de sentir algo de dolor, y nos emocionamos al darnos cuenta de que seguimos siendo capaces de poner todo el corazón en cada instante, hay momentos en los que logramos durante unos segundos parar el tiempo y es algo realmente mágico.
Que suerte he tenido, algo muy bueno debí hacer en otra vida por poder haber coincidido con ellas en esta, me quedaría toda la vida en el fondo de esos ojos con preciosas constelaciones o en el columpio de la curva de su nariz; estos instantes son algo parecido a saltar al vacío sin paracaídas y notar, en el mismo momento en el que creías estar cayendo, unas manos rodeándote e impulsándote hasta las estrellas. 
Les quiero muchísimo, y ojalá hacerme vieja agarradita de sus manos. Noto ya que me cuesta disfrutar del todo por la presión de que esto se acaba, a veces me limito a observarlas en silencio y disfrutar de la infinidad de detalles especiales que guardan en su interior. Joder, no te has ido y yo ya estoy echándote de menos, tengo un poquito de miedo, pero me siento orgullosa de haberlo vivido todo con el corazón en la mano y la cabeza en las nubes, gracias por seguir estando a mi lado y por no irte nunca, ni hasta cuando llegue ese temido y maldito abrazo de despedida.