lunes, 17 de abril de 2023

El ritmo equivocado


El mundo va a velocidad rápida y yo he vuelto a encerrarme en mi castillo por miedo a que alguien me toque, queriendo o sin querer, justo ahí donde todavía duele. 

A veces intento seguir un ritmo que no es el mío y acabo agotada intentando encajar ahí, termino al final aceptando que yo soy distinta, que mi ritmo es otro y que, aunque sea más complicado de seguir o requiera de mayor compromiso, es mi ritmo y así está bien. Pero el problema o la solución está en que acabo de leer aquello que sabía que estaba escrito y que no quería leer, debes parar.

A veces dedico tanto tiempo a otros para justificarme diciendo que no tengo tiempo para observar mi propio castillo por dentro, al final esto en ciertos días no es más que una forma de evitarme, de evitar sentir lo que siento.

Aún tienes varias heridas abiertas, varios duelos no superados del todo y un puñado de dolor o necesidad a la que sólo tú puedes dar respuesta. Es hora de cuidar(se), es hora de mirar aquí dentro, mirar a los ojos a esa niña, aún sin saber cuál de las dos está más asustada y dedicar tiempo y amor a esas heridas para que en un futuro puedan ser basadas y acariciadas. Ya conoces este momento, ya has recorrido en historias pasadas estos caminos, esto no es un "volver a empezar", esto es un "reconstruir tu castillo" para que el amor lo pueda volver a iluminar y vuelvas a ser consciente de tu poder, de tu valor y de que aquí dentro hay un tesoro mucho más valioso que cualquier obra de arte.

No tengas prisa, nuevas personas volverán a querer entrar, volverán a abrazar y besar justo ahí donde duele, y querrán quedarse a dormir para escucharte hablar de ti más que por un par de polvos sucios y rápidos. Pero antes toca el temido silencio externo para escuchar el necesario ruido interno, antes toca volver a tener una cita contigo misma, recuperar tu reino, cuidarlo y mimarlo, ser consciente de que personas que nunca han tenido uno no sabrán valorar el de otros y permitirte sentir esto que sientes, sé que no siempre es agradable, pero es necesario para seguir avanzando.

No corras, no te fuerces ir a un ritmo que no es el tuyo, no pretendas mostrarte rápido por miedo a que si tardas más ya no haya nadie que quiera averiguar que hay dentro de esa chica de piel blanquecina y mirada nerviosa si la observas más de unos segundos seguidos. 

El otro día conocí a alguien a quien no sé si volveré a ver, pero que me hizo sonreír de verdad. Hablaba con ella sin soltar armadura, hasta que de pronto me reí en mitad de la conversación, nos sonreímos unos segundos y la coraza rodó por el suelo, sentí tanto vértigo que fui veloz a por ella, pero fui feliz durante esos segundos y ojalá poder volver a vivir más en esos instantes.

Tú eres tú, tu ritmo es tu ritmo, tu dolor es tu dolor y hasta que no les abraces como abrazas a otros no podrás salir de tu castillo sin miedo a que te vuelvan a herir, quítate esa armadura de "soy algo tímida" o "no se me dan bien las personas" y en el momento en que decidas volver a salir sal de la única forma en que tú sabes hacerlo, con el corazón dispuesto a sentirlo todo como si nada ni nadie nos pudiera hacer daño. 

Al final esa siempre será tu mayor virtud y tu peor defecto. 


jueves, 13 de abril de 2023

Efecto postraumático sin huidas


Aquí dentro en muchos más momentos de los que me gustaría hay tanto ruido que el propio sonido me reabre algunas heridas que creía curadas, generándome un dolor entremezclado con tristeza que me hace a veces llorar y otras hundirme por dentro durante varios minutos por sentirme que todo esto caló mucho más a dentro de lo que creía, aquí dentro hay tanto que ordenar y limpiar que a veces solo me limito a caminar entre escombros.

Todo ha pasado, la guerra ha terminado pero tengo cierto dolor, cierto miedo y cierta tristeza tatuada en mi piel con tinta invisible. 

De pronto me abrazan y lo primero que siento es miedo, me siento en silencio estando rodeada de personas y me pregunto si, aún en silencio, sigo siendo visible, me aterrorizan de nuevo las primeras citas o quedadas con alguien por miedo a no tener nada que aportar, mi ritmo cardíaco acelerado, el nudo de mi garganta, la ansiedad, el sudor, el temblor de mis labios cuando hablo de todo esto y esa pequeña tristeza continuada en mi día a día. Me echo de menos estando bien, siendo yo y creyendo en el amor ilusionada. Una niña pequeña me pregunta aquí dentro qué por qué sentimos tanto dolor, que por qué estamos así si yo misma le dije que no habíamos hecho las cosas mal, que las hicimos lo mejor que pudimos con las herramientas que fuimos teniendo.

Permanezco callada, no sé muy bien qué decir, nos abrazamos y lloramos a la vez y le prometo que todo irá bien, que volveremos a conquistar este y tantos mundos como podamos crear. Necesito que me quieran, que me quieran bien, que me llenen el cuerpo de besos y de amor con el que curar esas heridas y empezar todo esto haciéndolo yo misma. 

Respira hondo pequeña y quédate aquí, nos vamos a necesitar juntas, nos vamos a necesitar fuertes para volver a ser como éramos, o incluso mejores.