domingo, 6 de enero de 2019

Te perdono.

Papá, te perdono.
Te perdono las noches en que el orgullo o la rabia te impidieron darme el beso de buenas noches y ese: "Lo siento" que sabías que me merecía escuchar, te perdono los gritos que rompían mi voz recriminándote mil cosas, pero, sobre todo, pidiéndote que por favor me escuchases, te perdono la imposición de todas esas normas carentes de sentido que sólo querían controlarme más de lo debido, cuando yo ya estaba a kilómetros de ti, pese a estar a tu lado.
Te perdono todas las frases que actuaban como cuchillos dispuestos a tocar heridas que aún no estaban cerradas del todo, te perdono esas frases de: "No sé hacerlo mejor", me gusta pensar que lo hiciste y lo haces lo mejor que puedes.
Te perdono esos momentos en que no valoraste que mamá estuviera a tu lado cuando yo ya no podía hacerlo, te perdono los instantes en que te considerabas con el derecho de decidir qué camino debía de seguir, te perdono todos esos momentos "no tan buenos" que llevamos y todos los que nos puedan quedar, te perdono todo el esfuerzo en quererme mucho, en vez de quererme bien.
Así que te perdono papá y lo seguiré haciendo pese a las dudas que pueda tener de si lo mereces y pese al esfuerzo que me pueda llevar dicha decisión, te perdono, pero eso no significa que vaya a olvidar algunas frases o situaciones, no puedo y, en el fondo, no me importa que se queden ahí, parte de quien soy se debe también a ese cajón de recuerdos.
Y mira, no lo sé, no sé si tu a mí me perdonas o me perdonarás lo que aún quede por vivir, pero yo a ti sí te perdono por la simple razón de que siempre he sido una persona mucho más grande que tú, aunque no siempre fui consciente de ello y por eso mismo te perdono, porque no quiero ensuciar mis entrañas con odio, con rencor, con gritos o darle fuerza a recuerdos que ya son parte del pasado; papá tú sólo eres una pequeña parte de mi vida, no voy a darte mayor protagonismo del que ya hayas tenido o del que puedas tener.
Aquí fuera, hay muchísimas personas que me quieren mucho mejor de lo que tu serás capaz de hacer, probablemente, en toda tu vida, que acariciaron con cariño cada herida y que me abrazaron y me abrazan espantado a todas las inseguridades y/o posibles sentimientos de soledad.
Y, admito que te agradezco que nunca fuera suficiente lo que tenía, lo que había conseguido, el intentar superarme Y lo que llevó logrado es gracias a eso en parte.
No sabes lo feliz que soy ahora mismo papá, lo soy, lo soy muchísimo y se debe, sobre todo, a la capacidad de perdonarte lo de ayer y mañana, pese al esfuerzo o el dolor que aún me pueda causar hacerlo a veces y, con ello, la capacidad de seguir avanzando, ser quien quiera ser y no quedarme atada a nadie ni a nada.

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