martes, 8 de febrero de 2022

Corazas de hierro


Cuando colocamos una coraza al corazón somos muy conscientes de que lo hacemos para que nadie pueda entrar, o no fácilmente, pero se nos olvida que su existencia también impide que salga lo de dentro. 
Ese día llevaba una coraza en su pecho que apenas dejaba al descubierto lo que había tras ella, parecía fuerte y segura de sí misma, parecía alguien a quien no le importara demasiado lo que el resto de personas pudieran pensar de ella y a quien no le iba mucho eso del amor; la existencia de una coraza puede transmitir muchas falsas sensaciones y apariencias como frialdad, indiferencia, orgullo o rabia, pero en realidad lo que esconde una coraza es miedo ante una de las experiencias emocionales más intensas pero inevitables que podemos vivir, que es la de ser conscientes de que sentimos el dolor con la misma intensidad con la que nos hayamos permitido sentir el amor. 
Me acerqué con cuidado y apoyé mi cabeza en esa armadura de hierro, escuché entonces a una niña llorando en su interior ante el terror que sentía al ver cómo había descubierto pequeños agujeros en esa coraza que aparentemente le protegía. 
Me senté a su lado y evite cualquier contacto ante mi temor de poder asustarla, entonces fue ella quien agarró mi mano y señaló varias partes del interior de su caja torácica. 
- Duele aquí, aquí  y aquí. 
Entonces con extremo cuidado besé lentamente cada una de las zonas de su cuerpo que me había señalado y me perdí en esos ojos oscuros que no dejaban de brillar. 

- Eres humana y  preciosa por esto, por esto y por esto  -le dije señalando las partes de su cuerpo que me había señalado antes.

Entonces fueron cayendo más partes de esa coraza y quedando al descubierto más habitaciones en las que habitaba esa niña que ahora se encontraba algo menos asustada y mucho más risueña.
Tenía una sonrisa preciosa y lo único que podía hacer era abrazarla mientras mis ojos se humedecían al imaginar el tiempo que llevaría encerrada en su propio interior por la falta de cuidados por parte de personas pasadas, a veces el miedo que sentimos puede llegar a ser tan grande que nos encerramos en una habitación creyéndonos que el dolor no nos volverá a encontrar y acaba siendo el miedo quien nos hace aún más daño. 
Volví a besar esa sonrisa tan bonita, rodee con mis brazos un cuerpo algo tembloroso ante el miedo o la adrenalina que estaba experimentando y dibujé corazones uniendo los lunares de su cuerpo; y no puedo explicar exactamente cómo ocurrió, pero ese día me quedé a dormir con ella y logramos volver a admirar toda la belleza que guardábamos bajo nuestras corazas.